Es fácil conducir un camión actual, pero no tanto conducirlo bien
Son cada vez más escasas pero siguen existiendo. Son las averías. ¿A quién responsabilizamos de las mismas?
No resulta sencillo a veces señalar el origen de una avería. Es cierto que todos los fabricantes han tenido, tienen y seguirán teniendo "patinazos" en algunas series (unos más que otros), o problemas no previstos a la hora de incorporar una nueva tecnología en sus vehículos, pero también lo es que algunos conductores, en ciertas ocasiones, han puesto su "granito de arena" con su exceso de confianza o falta de pericia según los casos.
Parece ser una creencia, extendida entre unos pocos, que todos los camiones modernos se conducen igual, porque es más sencillo conducir un camión actual que uno antiguo. Efectivamente, es más sencillo, pero hay matices en la conducción entre unos camiones modernos y otros.
Se trata de pequeños detalles que pueden marcar la diferencia entre tener o no que visitar el taller antes de tiempo. Mantras tales como: "llevo años haciendo esto y nunca ha pasado nada", o "llevo a mis espaldas más de dos millones de km", limitan la capacidad del conductor profesional (ya sea veterano o "joven promesa") de adaptarse a las nuevas tecnologías.
Lo he dicho en numerosas ocasiones: es fácil conducir un camión actual, pero no lo es tanto manejar de manera óptima un camión actual, y para ello se necesita formación y conocimiento específico de las características del propio vehículo. Dos vehículos de la misma marca pueden requerir distintos tipos de conducción y mantenimiento.
Algunos ejemplos
No soportarán el mismo régimen máximo de "freno motor" los motores de 16 litros que los de once, y entre medias quedarían los de trece, de la misma forma que incluso con similares cilindradas encontraremos diferencias entre distintos fabricantes (no entraremos en esta ocasión más en detalle en cuanto a las tecnologías empleadas en los frenos de compresión y de válvulas).
Con los "retarder" sucede algo parecido. Pueden ser primarios o secundarios, emplear el aceite de la caja de cambios (intarder) o no, e incluso emplear agua (en concreto la del circuito de refrigeración) en lugar de aceite, un clásico en los Actros bajo la denominación de Aquatarder.
Podríamos continuar con matices sobre la influencia que tiene la temperatura y régimen del motor, así como su carga sobre la degradación del aceite lubricante, y los tipos existentes de turbo, e incluso de los cambios ya sean manuales (escasos ya) o automatizados (que no automáticos).
Podríamos seguir enumerando aspectos que hacen que la conducción de un camión sea diferente de otro aparentemente igual, para reforzar aún más la idea de la importancia de conocer las características principales de nuestro vehículo como primer paso para "no meter la pata", pero "a buen entendedor pocas palabras bastan".
El segundo paso sería actualizar, en el caso de que fuera necesario, nuestros conocimientos para el óptimo manejo del mismo. Un conductor no profesional puede conducir bien su vehículo, un profesional de la conducción tiene que manejar de manera óptima su camión.
¡Ojo! y como decía al inicio: que los fabricantes no escondan la mano que más de una piedra han tirado (unos más que otros) y más de una economía han roto, a pesar de los rigurosos controles de calidad a los que someten a sus productos.
No podemos culpar siempre a una marca porque una pieza haya salido defectuosa, pero sí que podemos exigir compromiso por parte de la misma para solucionar el problema sin penalizar el negocio de su cliente. El valor de una marca no se mide solo por el número de averías que tiene o no, sino por la manera en la que resuelve esos problemas cuando los hay.
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