Seis diferencias entre un camión eléctrico y uno de hidrógeno
Revisamos seis aspectos en los que se impone actualmente una tecnología sobre la otra con claridad.
Parece que hay un acuerdo bastante amplio, de momento, en que los camiones alimentados por batería tendrán un protagonismo creciente en el transporte de media distancia, mientras que los que emplean hidrógeno parecen más indicados para la larga distancia (ya veremos a la vuelta de diez años).
Comenzaremos por decir que cuando habitualmente se habla de un “camión eléctrico” se está haciendo mención de un camión de propulsión eléctrica pero alimentado por baterías. La expresión “camión de hidrógeno” se aplica a aquellos camiones que se nutren de este elemento, ya sea mediante la electricidad resultante de un proceso electroquímico llevado a cabo en una pila de combustible (aunque también son de propulsión eléctrica), o empleándolo (sigo hablando del hidrógeno) como combustible (como si de gasóleo se tratara) en un motor de combustión.
A continuación vamos a ver entre los dos primeros, es decir, entre un camión eléctrico y uno de hidrógeno con pila de combustible, cuál de las dos tecnologías se impone sobre la otra, valorando los seis aspectos en los que más difieren:
Autonomía: hidrógeno
Los camiones de hidrógeno ofrecen en la actualidad mayor autonomía que los eléctricos (en torno al doble si tomamos como referencia el peso y volumen extra que requieren ambas tecnologías).
Coste de adquisición: eléctrico
La oferta actual de camiones de hidrógeno es casi testimonial, mientras que podemos comenzar a ver modelos eléctricos en los catálogos de las principales marcas, y en otras nuevas que han aflorado en los últimos años. Por ese motivo no disponemos de un número representativo de modelos equivalentes para comparar, pero la tecnología del hidrógeno, por estar en una fase de desarrollo inferior a la eléctrica (entre otros motivos), lastra el precio de sus vehículos en relación con los eléctricos.
Tiempo de “repostaje”: hidrógeno
A la espera de que las cargas en megavatios sean una realidad, a fecha es mucho más rápido llenar los tanques de hidrógeno que cargar las baterías de un eléctrico. Repostar un camión de hidrógeno lleva menos tiempo que uno diésel (podemos hablar en algunos casos de menos de quince minutos), mientras que el tiempo necesario para recargar las baterías de un camión pesado superará la hora en la mayor parte de los casos.
Capacidad de carga útil: hidrógeno
La densidad energética va mejorando en cada nueva generación de baterías, pero aún resulta demasiado pesado el kWh para competir con el hidrógeno, penalizando su carga útil respecto a esta tecnología (la del hidrógeno), que también suele ir acompañada de una batería de menor capacidad para acumular la energía recuperada en las deceleraciones, además de alimentar al motor eléctrico cuando la demanda de potencia es superior a la que pueda entregar la propia pila de combustible.
Coste del “combustible”: eléctrico
El hidrógeno verde, que es el que se debería considerar como el combustible del futuro, es más caro de obtener que la electricidad, de manera que es más económico el kilómetro recorrido con un camión eléctrico que con uno de hidrógeno.
Gasto energético completo: eléctrico
Éste es uno de los aspectos que más debe mejorar la tecnología de la pila de combustible para convertirse en una alternativa realmente ecológica. Si tomamos en consideración la energía consumida en ambos casos (desde su obtención) para que los camiones tengan cargadas las baterías en un caso o los tanques llenos en otro, a fecha de hoy la tecnología del hidrógeno casi triplica las pérdidas (energéticas) durante el proceso.
Como se puede ver, el resultado final de este primer partido ha sido un “empate técnico”, de manera que habrá que recurrir a la prórroga para ver qué tecnología tiene más futuro y presente, y ya se sabe que en las prórrogas puede pasar cualquier cosa, pero eso será otro día.
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