¿Ferrocarril o camión?
Por Antonio Villaverde, presidente de la Asociación de Transportistas Autónomos.
Uno de los principales problemas a los que debe hacer frente la sociedad actual es la necesidad de encontrar fórmulas para diferenciar la verdad de la falsedad. La capacidad de generar información y darle difusión por numerosos canales supone un riesgo del que ningún sector y ninguna persona quedamos excluidos.
Sirva como ejemplo la mentira construida entorno al transporte de mercancías por ferrocarril en nuestro país. Llevamos años escuchando las bondades del ferrocarril, de sus beneficios medioambientales y su capacidad de convertirse en alternativa al camión. Como en cualquier buen guion, para construir un triunfador debe construirse un perdedor, un malo que justifique las acciones. Y ese malo, desde hace ya unos años, es claramente el camión: un modelo obsoleto, contaminante, conflictivo y poco eficiente a juicio de quienes construyen este guion.
Ya tenemos construida nuestra historia y ahora podemos invertir dinero (siempre del contribuyente), para avanzar por el camino que hemos decidido. Pero la realidad supera siempre la ficción y esa ficción apenas soporta la más mínima comparativa.
Y no lo dice el malvado transportista, lo dice el propio Ministerio de Transportes, que como cada año publica (posiblemente, muy a su pesar), los datos del observatorio de la logística y el transporte, unos datos que año tras año son contundentes; el 96% de las mercancías transportadas en nuestro país se hacen mediante el transporte por carretera, dicho de otro modo, el 4% de las mercancías se transporta por tren en España.
Pero, es más, el observatorio continúa diciendo en su informe un dato que aún resulta más revelador, en los últimos diez años, la cuota entre el camión y el tren sólo ha variado en dos puntos porcentuales. Dos puntos. ¿Cuánto dinero ha costado a nuestro país el crecimiento de esos dos puntos en estos diez años?
¿Realmente alguien que conozca los datos es capaz de seguir apoyando esta supuesta alternativa? ¿hasta cuando vamos a continuar negando la realidad?
Quizás en el futuro, alguna de las cabezas pensantes y decisoras en nuestro país decida aplicar el sentido común y comience a plantearse que en lugar de dilapidar millones y millones de euros en el ferrocarril, quizás sea interesante invertir en facilitar la transición a flotas renovadas de transporte por carretera, quizás se proponga invertir en mejoras en infraestructuras viarias y quizás se proponga dejar de demonizar al transportista e invertir recursos en hacer atractiva una profesión que hoy apenas cuenta con relevo generacional.
Lo queramos o no el transporte de mercancías por carretera es un sector esencial y lo seguirá siendo. Dicho esto había que plantearse la necesidad de invertir de una forma contundente en el transporte por carretera. Dentro de poco tendremos un grave problema porque no habrá profesionales que se quieran subir a un camión. Por otro lado, si verdaderamente queremos un medioambiente más limpio hagamos todo lo posible para tener una flota más moderna y menos contaminante y para ello serán necesarias ayudas que faciliten los cambios.
El transporte por carretera, pese a ser la opción más utilizada con muchísima diferencia en este país, tiene asignaturas pendientes que requieren de mucha inversión.
En definitiva, aplicar el sentido común a decisiones estratégicas que están marcando el futuro inmediato de la cadena de suministro, por ello debemos de plantearnos dónde centrar el tiro, si en el ferrocarril o en el camión, para no desperdiciar la munición de la que disponemos.
Sólo añadir un dato más. El 99% de los elementos que tiene a su alrededor quien me lee han sido transportados, en algún momento, en camión o furgoneta.