¿Por qué faltan conductores profesionales en España?
Por José Luis Quero, CEO/director general en Ford Trucks España
La excepcional situación que vivimos desde el mes de marzo del pasado año 2020 a causa de la COVID-19 nos ha hecho replantearnos como sociedad muchos aspectos que, hasta entonces, parecían claros. El panorama laboral ha dado un giro de 180º, las oportunidades profesionales han cambiado y la actitud ante el trabajo también.
Un buen ejemplo de esta transformación es la forma en que ciertas profesiones, tradicionalmente poco valoradas, empezaron a reconocerse más, sobre todo por el compromiso social que demostraron durante el confinamiento más estricto. En este sentido, además de la sanidad, la alimentación o los servicios de limpieza, el sector del transporte es uno de los que más ha mejorado su imagen en estos últimos meses.
Sin embargo, esta revalorización del sector del transporte parece que no ha sido suficiente para solventar –o, al menos, mejorar– la escasez de conductores profesionales en nuestro país. Y es que, en España y, en general en toda Europa, existe ya desde hace años un problema creciente de escasez de chóferes. Esta situación está afectando gravemente al sector a causa de las altas cifras de conductores profesionales que se encuentran parados o que ya no prestan sus servicios.
De hecho, se calcula que, en la actualidad, faltan más de 15.000 profesionales en España. Un problema que podría agravarse en los próximos años según datos de la Asociación de Empresas Formadoras en Transporte, Logística y Seguridad Vial (FORMASTER), que calcula que, en cinco años, el déficit de profesionales del transporte puede alcanzar los 40.000 trabajadores.
Una de las causas clave de esta escasez de profesionales, además del estancamiento salarial, las actuales condiciones laborales o la falta de flexibilidad, es el factor demográfico. Según datos proporcionados por la Dirección General de Tráfico (DGT), del total de conductores que cuentan con permiso para conducir camiones en nuestro país, aproximadamente un 72% de ellos tiene una edad superior a los cincuenta años. Esto, unido a la falta de interés de los más jóvenes hacia este tipo de trabajo, en gran parte alentada por la complicada situación laboral a la que se enfrentan los conductores y los problemas con los que conviven normalmente, desfavorece la evolución del sector.
Aunque, paradójicamente, parece bien claro que los jóvenes son ahora más necesarios que nunca en esta industria. Y es que, actualmente, el mundo del transporte está sufriendo una transformación gracias a la digitalización y a las nuevas formas de propulsión. La conducción, las habilidades y los conocimientos necesarios para dedicarse a esta profesión serán totalmente distintos en los próximos años y los jóvenes conductores podrán afrontar estos nuevos retos desde el inicio y con la total confianza que les da el ser nativos digitales y controlar ya de antemano ciertos aspectos tan importantes hoy en día.
En este contexto, nacen iniciativas como la asociación FORMASTER, dedicada a la formación específica para el sector del transporte, y surgen propuestas como la eliminación del requisito de conducción para obtener el Certificado de Profesionalidad (CP), convalidar la autorización CAP sin examen a los que terminen el certificado de profesionalidad, crear una red capilar de centros que impartan Formación Profesional de conductores y facilitar la obtención del permiso de conducir en el ámbito de la Formación Profesional.
Por ello, el Gobierno se ha visto obligado a eliminar barreras en la Formación Profesional de los conductores profesionales, y por primera vez parte de la formación a estos futuros conductores profesionales puede realizarse online, gracias al nuevo Real Decreto 284/2021 que realiza modificaciones en las condiciones para la obtención del Certificado de Aptitud Profesional (CAP).
El sector ha demostrado su importancia en el engranaje social y su capacidad de sacrificio por el beneficio colectivo. Pero, precisamente por esta razón, debemos cuidarlo y reclamar los cambios necesarios que servirán para acercar este sector laboral a nuevos trabajadores que, hasta el momento y por diferentes causas, no se sienten suficientemente atraídos como para convertirse en futuros conductores de vehículos profesionales.
Las mencionadas iniciativas son un paso en la buena dirección, pero deben ir acompañadas de un descenso de las tasas de inseguridad laboral, inversiones en infraestructuras que permitan desarrollar el trabajo de forma digna y cómoda, mayor facilidad para la conciliación familiar y, especialmente, un nivel salarial y una estabilidad laboral que reconozcan la importancia de estos trabajadores.
Es imprescindible también, por parte de las autoridades nacionales y europeas, trabajar activamente en la eliminación de la permisividad para establecer empresas o contratar personal en otros países con el efecto de competencia desleal que suponen las diferentes condiciones laborales que, a la postre, acaban estancando el progreso de los contratados foráneos a la vez que empeoran progresivamente las condiciones de los locales. En definitiva, ser conductor profesional debería plantearse como una salida profesional reconocida y deseada, pero eso solo se conseguirá poniendo por delante el valor de las personas.
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