¿Por qué no se presenta un plan de renovación de flota efectivo?
Manuel Pérezcarro, secretario general de Froet.
Leo en una publicación especializada el siguiente titular: Jaime Moreno pone «deberes» al transporte: digitalización y sostenibilidad.
Jaime Moreno García-Cano es el nuevo director general de Transportes Terrestres del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, sustituyendo a Mercedes Gómez, hasta ahora titular de la misma.
No conozco al señor Moreno más que de referencias durante su etapa como subdirector general de Movilidad (Dirección General de Tráfico-Ministerio del Interior) en la época que se discutía sobre la implantación de los mega camiones, finalmente autorizados por la DGT, que fue una cesión del sector para que las asociaciones de cargadores no dieran más la tabarra con las 44 toneladas y los 4,5 metros de altura.
En su currículo, también figura su paso por la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) como director de Operaciones.
Así pues, no es una persona totalmente ajena al sector del transporte por carretera, pero le encuentro un no sé qué que me preocupa y, sobre todo cuando los deberes que nos pone son la digitalización y, sobretodo, la sostenibilidad.
¿Por qué digo que me preocupa sobretodo lo de la sostenibilidad? Pues bien, hasta ahora es el mantra que no solo viene sosteniendo la Administración sino también las asociaciones de cargadores y las de concesionarios de autopistas.
Las de cargadores porque, apoyándose en este criterio, defienden camiones más grandes, que lleven más toneladas y, en consecuencia, se necesiten menos y se reduzca la huella de carbono, algo que, con importantes matices, el sector del transporte puede asumir, aunque lo que verdaderamente se oculta bajo la excusa de la sostenibilidad, es que se lleven más toneladas por menos dinero y que los efectos de un exceso de oferta de capacidad provoque una caída en los precios del transporte, ya bastante maltrechos y, en la mayoría de las ocasiones, impuestos por los propios clientes.
Los concesionarios de autopistas, bajo el principio reconocido de que el que contamina paga, quieren que nos impongan la euroviñeta.
La defensa de la sostenibilidad por parte de la Administración va por otras vías. Se apuesta por vehículos energéticamente más eficientes y menos contaminantes. También es una premisa que aceptamos, pero que tal y como se plantea es como garbillar agua, que se dice en Murcia. La única tecnología existente actualmente para el transporte pesado que sea realmente utilizable es el motor de combustión, primordialmente el diésel y anecdóticamente el de gas.
Los eléctricos y con muchas limitaciones pueden aplicarse a vehículos pequeños de distribución urbana o servicios municipales.
Si lo que se quiere es reducir la huella de carbono de manera rápida ¿por qué no se presenta un plan de renovación de flota efectivo para dejar fuera de uso vehículos que no cumplan la norma Euro 6-d a base de ayudas importantes de todo tipo para fomentar la modernización del parque que ya tiene sus años?
Los vehículos eléctricos alimentados por baterías ya se han desechado para el transporte pesado, al igual que los de gas, apostándose por el hidrógeno, pero a esta tecnología le quedan bastantes años de desarrollo para ser operativa y lo más importante, el verdadero problema es que no existe una red de distribución de hidrógeno en toda Europa. Por tanto, la sostenibilidad debe basarse en la renovación del parque de vehículos diésel.
En cuanto a la digitalización, no solo se necesitan ayudas, sobre todo para hacerla llegar a las empresas más pequeñas y autónomos, se necesita establecer una normativa que, por ejemplo haga obligatorio y normalice el uso de la carta de porte electrónica que, en la mayoría de los casos no se puede utilizar por la reticencia de nuestros clientes.
Yo lo que le diría al nuevo director de Transportes, es que, nuestro sector tiene muchos problemas y graves y que al igual que se permite ponernos deberes, nosotros nos vamos a permitir ponerle deberes también a él, que se implique y que resuelva de una vez por todas los asuntos que tiene pendientes sobre su mesa, que no son pocos.