Día Mundial del Transporte Sostenible: movilidad ‘verde’ socialmente responsable y económicamente viable
"Me gustaría que todos nos detuviéramos unos minutos para tomar conciencia de todo el esfuerzo, preparación y dedicación que se necesita para que cada día los lineales de los supermercados estén repletos, las fábricas reciban componentes", defiende Ramón Valdivia en este artículo.
Las primeras palabras de este artículo las quiero dedicar a los fallecidos y damnificados por los efectos de la terrible DANA, que el 29 de octubre castigó con virulencia nada menos que al 40% de la provincia de Valencia; una fecha que ya ha pasado a la memoria colectiva de los valencianos y de todos los españoles. Espero que todos los afectados por esta catástrofe natural, incluyendo a otras regiones de España como Castilla La Mancha, Andalucía o Cataluña, puedan recuperar lo antes posible una relativa normalidad.
En esta tragedia también ha aparecido lo mejor de la condición humana frente a la adversidad. La enorme ola de solidaridad ha desbordado todas las previsiones. Miles de voluntarios se han movilizado para ayudar en lo que podían. Lo mismo ha ocurrido con las empresas. Desde grandes corporaciones a pymes, son numerosas las compañías que se han volcado mediante donaciones económicas, facturas aplazadas, productos gratis o el ofrecimiento de maquinaria y transporte.
En este último sector hemos sido testigos de cómo muchas empresas transportistas se adentraban en el corazón de la catástrofe para hacer llegar productos de primera necesidad a las víctimas. Camiones cargados de solidaridad que también vimos cuando se inició la guerra en Ucrania o cuando el Covid nos encerró a todos en nuestros hogares bajo el lema #QuédateEnCasa y gracias a ellos no nos faltó de nada. Un confinamiento que sirvió para que muchos ciudadanos se dieran cuenta de algo que, hasta el momento, había pasado desapercibido y era prácticamente invisible para ellos: sin el transporte de mercancías por carretera, esto que llamamos “sociedad moderna” no podría funcionar.
Hemos sido testigos de cómo muchas empresas transportistas se adentraban en el corazón de la catástrofe para hacer llegar productos de primera necesidad a las víctimas
Al fin y al cabo, la razón de ser de nuestra actividad no es otra que prestarle a la sociedad ese servicio de movilidad de personas y bienes, imprescindible para su desarrollo. Por eso, el año pasado sobre estas fechas nos congratulábamos de la designación de la ONU del 26 de noviembre como el Día Mundial del Transporte Sostenible. Una fecha para valorar, apreciar y homenajear la labor de pilotos de aeronave, capitanes y tripulantes de barcos, maquinistas, conductores de autobús, transportistas… Profesionales que logran que la “sangre” económica de nuestro mundo siga funcionando los 365 días del año.
En unos días, celebraremos de nuevo el Día Mundial del Transporte Sostenible, una efeméride en la que me gustaría hacer hincapié en tres premisas: continuar trabajando para mejorar las condiciones de trabajo de nuestros conductores; respetar el principio de neutralidad tecnológica en el camino de la transición energética de nuestro sector; y recordar que la sostenibilidad es un triángulo equilátero compuesto por tres lados o vertientes: medioambiental, social y empresarial.
El 26 de noviembre me gustaría que todos nos detuviéramos unos minutos para tomar conciencia de todo el esfuerzo, preparación y dedicación que se necesita para que cada día los lineales de los supermercados estén repletos, las fábricas reciban componentes y envíen su producción, los animales sean alimentados en las granjas, el e-commerce funcione, los exportadores sigan satisfaciendo puntualmente los pedidos de sus clientes en toda la UE o los ciudadanos puedan desplazarse libremente.
EL VALOR DEL CONDUCTOR
Hoy es más necesario que nunca promover una cultura corporativa que ponga en valor la figura del conductor. Este es precisamente uno de los objetivos del protocolo ‘El Conductor al Frente’, que cargadores (ESC-Transprime) y transportistas (IRU-ASTIC) lanzamos en España a finales de 2021, siguiendo el ejemplo europeo de IRU, ESC y los sindicatos ETF. Un compromiso multilateral que se materializa en un decálogo de buenas prácticas para mejorar las condiciones laborales de estos profesionales en las zonas de carga y descarga.
Hoy es más necesario que nunca promover una cultura corporativa que ponga en valor la figura del conductor
En la actualidad, los desafíos del cambio climático han puesto sobre la mesa la necesidad de transformar nuestros sistemas de transporte para reducir la huella de carbono. Sin embargo, es crucial que este esfuerzo no sólo se focalice en lo ambiental, sino que también se considere el impacto social y económico de estas soluciones, que deben ser económicamente viables a largo plazo sin depender de subsidios gubernamentales.
El enfoque abierto que propone el principio de “neutralidad tecnológica” es clave para que nuestro sector pueda alcanzar al menor coste posible la neutralidad de emisiones en 2050 como se nos exige desde Bruselas. La normativa, la fiscalidad, los estándares y las ayudas deben ser “agnósticos” desde el punto de vista tecnológico. Tanto nosotros, transportistas, como gran parte de nuestros proveedores, demandamos a los legisladores europeos que no marginen a priori ninguna de las opciones energéticas sostenibles disponibles como los combustibles renovables.
Llevo más de 30 años dedicados al transporte por carretera. Un sector que me apasiona y por cuyos intereses trabajo cada día desde mi sillón de vicepresidencia de Astic y desde hace tres años, también desde la Ejecutiva de la IRU, que acaba de volver a elegirme como miembro de su Junta de Gobierno para un trienio más.
Desde Madrid, Bruselas o Ginebra el 26 de noviembre brindaré por el transporte, al que debemos tanto.