Señora ministra: tenemos que subir los precios a nuestros clientes
La confusión generalizada (más o menos intencionada) en el análisis de la situación se apodera del paro del transporte.
El paro del transporte de mercancías por carretera ha alcanzado una nueva fase en la que la confusión se ha apoderado del análisis generalizado.
Por un lado, el Gobierno ha contribuido con su granito de arena (más bien una montaña de piedras, cabría decir) al confundir una asociación efectivamente minoritaria, la Plataforma convocante del paro (desconocida hasta hace dos semanas incluso dentro del propio sector del transporte), con una movilización que desde el primer día se pudo ver que estaba teniendo un seguimiento importante (otra cosa es la coacción violenta de los transportistas movilizados a los no movilizados, que en los primeros días, hasta que la policía empezó a hacer su trabajo, "ayudó" a que el paro tuviera más relevancia de la real).
Tampoco el Gobierno, por boca de la propia ministra de Transportes, muy secundada por titulares de otras carteras, acertó de ninguna manera al politizar el paro de una forma burda y simple con la identificación de los convocantes con la ultraderecha. Una vinculación que no ha podido ser ni lejanamente probada en lo que ha supuesto otro error de bulto de notables dimensiones y de consecuencias negativas a la hora de apaciguar a los transportistas movilizados.
El retraso a la hora de proponer medidas transitorias directamente vinculadas al precio del gasóleo ha sido otro un claro error estratégico del Gobierno. Habrá que esperar al viernes 25 para conocer más detalles, si es que para entonces no ha habido una evolución inesperada de los acontecimientos (por ejemplo, que el Ministerio de Transportes abra las puertas a Manuel Hernández, a estas alturas conviene no descartar nada).
Los planteamientos de Manuel Hernández, presidente de Plataforma, han ido alejándose con el paso de los días de cualquier reivindicación concreta en torno a medidas reales de mejora del sector del transporte. En los documentos de medidas difundidos el 5 de marzo se mezclaban reclamaciones ya satisfechas en recientes acuerdos entre el Comité Nacional del Transporte y el Gobierno, con otras relacionadas con los conductores asalariados (cuando los convocantes dicen representar a los transportistas con camiones) y con una medida vinculada a la protección por Ley de los precios que cobran a sus clientes, algo difícilmente encajable, por decirlo suavemente, en una economía de libre competencia. Por cierto, está por demostrar que los conductores asalariados de pymes que ahora secundan el paro reclamando "dignidad" para el sector tengan mejores condiciones de trabajo que los que trabajan para grandes flotas.
Mientras tanto, las encendidas soflamas de Manuel Hernández lanzadas a través de las redes sociales se centran ya únicamente en apelar al sentimiento emocional más profundo como herramienta para mantener el ánimo de los transportistas movilizados. Completar una alocución de seis minutos, como ha ocurrido este mismo martes, sin poder transmitir a sus seguidores avance concreto alguno tras nueve días de paro, tiene ciertamente su mérito.
"No hay vuelta atrás; esta batalla la vamos a ganar; no hay otra opción que la de terminar esto con éxito; aquí no se rinde nadie; la única opción es ganar; si empezamos es para terminar; tenemos que dar un ejemplo de valentía y de lucha, de honor y de dignidad; aquí nadie se puede venir abajo; vamos a dignificar ese sector porque nos lo merecemos; os quiero con la cabeza fría y el corazón caliente...", la sucesión de apelaciones a las emociones inunda un discurso en el que ya es imposible intuir qué medida tomada por el Gobierno serviría para apaciguar los ánimos.
Todo ello con descalificaciones directas a sus propios clientes, a los que facturan sus servicios de transporte como profesionales autónomos que son. Y sin olvidar el desprecio al resto de transportistas que no secundan los paros y la confusión generada sobre que las empresas de transporte con decenas, centenares o incluso miles de camiones representadas por el Comité Nacional no son transportistas desde su particular punto de vista.
A no ser, claro, que Manuel Hernández quiera reunirse con la ministra de Transportes para reclamar a una Administración que no puede intervenir en la política de precios que los precios a los que facturan los transportistas a sus clientes tienen que ser mayores para que su actividad profesional sea rentable. El lema de la movilización sería entonces la quinta esencia de la grave problemática que sufren muchas pymes y autónomos del transporte, que cobran un precio a sus clientes sobre el que no ejercen ninguna intervención: "Señora ministra, tenemos que cobrar más a nuestros clientes", podría ser el planteamiento en un cara a cara entre Raquel Sánchez y Manuel Hernández. Lo que sí tienen son ya herramientas normativas para repercutir sobre el precio del transporte la subida del gasóleo, pero para eso hay que leerse el reciente Real Decreto.
La confusión en muchos ámbitos entre cobrar un sueldo como conductor asalariado y facturar por un servicio de transporte como hace un autónomo tampoco ayuda a clarificar el panorama, como tampoco ayuda la preocupante incapacidad para distinguir en una gran parte de medios de comunicación no especializados entre paro de actividad y huelga.
Al parecer, ninguna medida coyuntural vinculada a la reducción en el precio del gasóleo serviría para desinflar la convocatoria, o así al menos se plantea desde Plataforma, lo cual complica y mucho la resolución del conflicto. Sin embargo, es una evidencia que el seguimiento del paro a pie de calle está directamente vinculado al precio del gasóleo, más allá de que Plataforma defienda la implantación de medidas estructurales.
El "papelón" de las organizaciones de pymes y autónomos integradas en el Comité Nacional tampoco debe ser pasado por alto. Mientras algunas provinciales de federaciones como Fenadismer se movilizaron desde el primer día (puede que para pedir medidas coyunturales por el precio del gasóleo o puede que para secundar las demandas de Plataforma no compartidas por Fenadismer), tanto Fenadismer como Fetransa han terminado por romper la unidad del Comité minutos después de que la ministra anunciara un acuerdo con todo el Comité. Surrealismo puro, aunque más surrealistas fueron las declaraciones de Julio Villaescusa, presidente de Fenadismer, negando que se sumara al paro de Plataforma para sostener que se trataba de un paro "propio" de Fenadismer.
No habría que descartar por otro lado una operación del Comité Nacional para que el desmarque de Fenadismer y Fetransa permita eclipsar el protagonismo de Plataforma y poder recuperar para el Comité la interlocución entre el Gobierno y los autónomos.
Los cargadores, mientras tanto, no dejan de lanzar alarmas crecientes tanto al Gobierno como a la sociedad sobre los riesgos de que el paro continúe. Una de las consecuencias que no transmiten públicamente es que están teniendo que pagar cantidades mayores a los transportistas que sí están trabajando (a día de hoy la mayoría del sector) por los servicios de transporte. Así que la rentabilidad para los transportistas que están operativos es por lo tanto mayor que hace dos semanas, con los que beneficios para ellos de que una parte de la flota esté parada son innegables.
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