MAN TGX 18.510. Soluciones profesionales (II)
PRUEBA
El nuevo TGX transmite y comunica con el conductor a otro nivel.
Dejamos pendiente hablar de las sensaciones transmitidas por esta nueva generación de MAN, porque a fecha de hoy, los nuevos TGX son los camiones que en su salto generacional más han cambiado en su comunicación con el conductor de entre todas las novedades acaecidas en los últimos años.
Esa impresión inicial de cierta continuidad que transmite su línea exterior (hábilmente actualizada con mejoras aerodinámicas por cierto), se rompe en el momento en el que abrimos la puerta del conductor, y ésta nos recibe con cuatro botones en la zona inferior de su guarnecido.
Es el primer aviso de que cualquier parecido con la anterior generación será mera casualidad (salvo la afinidad exterior anteriormente mencionada, que ha sido completamente intencionada). Esos cuatro pulsadores permiten el control de la ventanilla, la puerta del acompañante, las luces de emergencia y de la quinta rueda sin poner un solo pie en el primer peldaño de acceso.
Nos alzamos con ganas al puesto de conducción para descubrir que el nuevo TGX tiene un rico mundo interior. El aumento de calidad transmitido por los materiales empleados (en general) poco es comparado con el salto tecnológico que acompaña al nuevo salpicadero.
Todo es nuevo y diferente, y sin embargo no es difícil adivinar que estás a bordo de un MAN. Desconozco si los ingenieros buscaban también este efecto, pero si así fuera, merecen un 10, porque conseguir ese resultado con elementos inéditos es de gran mérito. Quizá parte del secreto haya sido seguir abonado a la línea recta, aunque las curvas han ganado terreno, doblando (por ejemplo) ligeramente la consola central para una mejor ergonomía del conductor.
Busco los puntos débiles de la anterior generación y no los encuentro en ésta. Ya no se puede censurar ni el voluminoso soporte que sustentaba a la palanca del freno de mano, ni la ubicación del selector de velocidades, ni la botonería del volante multifunción, ni siquiera las voluminosas carcasas monocuerpo de los espejos, porque esta unidad carece de ellas.
Solo hereda de su predecesor un mal: el excesivo reflejo en el cuadro de instrumentos cuando el sol se asoma por la ventanilla, aunque ya no encontrará su escaso display "gracias a Dios". Éste era quizá el elemento que más pedía (gritaba) el cambio (junto con el volante multifunción). Ahora MAN se pone a la cabeza con una pantalla digital de 12,3 pulgadas configurable que aporta más información y más legible, y además admite (para los más conservadores) un formato con reminiscencias del anterior, con las dos grandes semiesferas del velocímetro y cuentarrevoluciones en los extremos, pero con las posiciones permutadas.
Ni un fragmento de ADN de la anterior generación le ha quedado al nuevo volante. No solo por el formato y distribución de la botonería, que lo sitúa en otro nivel, sino por el tacto que transmite ahora su dirección de asistencia eléctrica, que además permite mantener la trayectoria del camión en su carril, y sirve de base para conseguir avances en el plano de la conducción autónoma.
Otro capítulo es el de la visibilidad. El anterior TGX en su versión XXL contaba con un extra de acristalamiento que mejoraba este apartado y sobre todo la luminosidad interior. Su singularidad estaba en la prolongación superior del parabrisas, y las particulares ventanas fijas sobre las ventanillas laterales (e incluso podían montar una adicional tras éstas). En esta nueva generación ha sido la tecnología la encargada de mejorar la visibilidad del conductor, y lo ha conseguido con creces...
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